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La transformación digital de la empresa es más eficaz si se hace a partir de los RRHH

Cabecero Jesús Maza

El mundo empresarial está afrontando, desde hace algún tiempo, los procesos de transformación necesarios para adaptar las organizaciones a los cambios que se están generando como efectos de la digitalización.

Las ofertas tecnológicas se multiplican y las posibilidades de afrontar los cambios son muy variadas. En realidad, esta cantidad de alternativas, aunque aumenta la oferta de posibilidades, también incrementa la incertidumbre, e incluso puede retrasar la toma de decisiones.

Es evidente que el principal cambio que ha generado la revolución digital está siendo protagonizado por el cambio en los hábitos de los clientes, que reclaman rapidez, sencillez y transparencia en las relaciones con sus empresas proveedoras.

Por eso, hasta el momento, predominan los cambios que se afronten desde una perspectiva fundamentalmente tecnológica, que tienen que ver más que ver con la relación de la empresa con sus clientes, que con una transformación integral de la compañía.

Evidentemente estas estrategias pueden ser efectivas, y presentar a la empresa frente a sus clientes como mucho más cercana, amigable y accesible.

Sin embargo, hagamos lo que hagamos, las empresas seguirán estando formadas por personas, que son las que tienen que ayudar a la empresa a asimilar los cambios. Y podemos encontrar que todo el esfuerzo que la empresa realice, se choque con la resistencia de los propios empleados, que se puedan sentir amenazados por un cambio hacia un entorno que desconocen.

Pero, ¿qué pasa si invertimos el orden?, ¿qué ocurriría si primero encontramos algún mecanismo que acerque a nuestros empleados a la realidad digital, y desde allí abordamos el resto de cambios?

Pues seguramente que encontraremos aliados estratégicos para nuestros objetivos de cambio, eliminaremos obstáculos porque el entorno hacia el que nos proyectamos no será tan desconocido, y además vamos a obtener otra serie de ventajas colaterales que van a ser clave en nuestro proceso de digitalización.

El camino a través del que podemos acercar a nuestros empleados a la digitalización lo encontramos en las redes sociales, terreno desconocido todavía para muchas personas, pero que supone un canal de comunicación esencial, con el que debemos empezar a familiarizarnos cuanto antes. El mejor modelo lo constituyen sin duda los programas de employee advocacy, que empiezan a ser cada vez más frecuentes en algunas empresas.

Si incorporamos algún proceso por el que apoyemos a nuestros empleados a actuar, de forma profesional, en las redes sociales, estaremos contribuyendo a mejorar su posicionamiento en las mismas, e indirectamente con ello, el de nuestra propia empresa. De esta forma, el empleado se convertirá en el mejor embajador de nuestra marca en la red, donde son mucho más eficaces y creibles los mensajes subidos por personas físicas, que los que proponen las propias empresas.

Al mismo tiempo, si el programa es eficaz, el empleado verá incrementado el número de seguidores en las diferentes redes en las que opere, y esto normalmente repercutirá en su propia autoestima. Pero al tratarse de un programa fomentado desde la empresa, no cabe duda que tendrá un efecto positivo en el compromiso de los empleados que participan.

Y el hecho de que nuestros empleados mejoren su visibilidad en la red, al mismo tiempo que lo hace la compañía, nos presenta, frente a los nuevos talentos, como una empresa mucho más atractiva, y contribuye a mejorar nuestro employer branding, que nos permitirá captar los mejores valores para el futuro.

Otro efecto colateral, a mi juicio muy importante, lo constituye el hecho de que la puesta en marcha de un programa de employee advocacy obliga a la compañía a definir su política de redes sociales y su política de gestión de contenidos, cuestiones ambas que empiezan a ser muy importantes en el nuevo entorno digital en el que ya nos estamos moviendo.

La actuación de los empleados en las RRSS tiene que estar sometida a una serie de reglas que marque la propia empresa, porque los riesgos asumidos y sus consecuencias, pueden tener efectos muy importantes para la compañía. Por otro lado, en la era de la información, los contenidos que se compartan en la red, y la forma de hacerlo, es otra de las cuestiones en la que la empresa debe definir las reglas a las que deben atenerse sus empleados.

Al final de todo ello, y mientras mejoramos el compromiso de los empleados y la posición de nuestra empresa y su reputación en la red, estaremos trabajando para transformar la cultura de nuestra empresa desde dentro, manejando con nuestros empleados elementos digitales, que los acercarán al nuevo entorno en el que debemos movernos, y con ello, eliminando obstáculos internos a esa necesaria transformación.


Tribuna publicada en Equipos y Talento (leerlo en la página de Equipos y Talento).

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